La vitamina C es probablemente la más conocida de todas las vitaminas, con una buena razón: casi ninguna otra vitamina cumple tantas funciones diferentes en el cuerpo. En este boletín aprenderá cuáles son estas funciones, cómo la vitamina «VERSÁTIL» alcanzó su fama y qué papel juega en la actual pandemia de corona.
La historia de la vitamina C
La vitamina C tiene una larga historia. Se dio a conocer en todo el mundo debido al escorbuto (conocido como la enfermedad de los marineros) que afectó a innumerables tripulaciones entre los siglos XV y XVIII. Durante largos viajes por mar, las tripulaciones del barco sufrieron de agotamiento, sangrado de las encías, pérdida de dientes y atrofia muscular; y murieron cientos de miles de marineros.
El elevado número de marineros fallecidos alimentó las primeras investigaciones sistemáticas sobre la causa de esas muertes. A mediados del siglo XVIII, el médico del barco escocés James Lind finalmente descubrió un método de tratamiento contra la temida enfermedad: el jugo de limón y el chucrut. A partir de entonces, se incorporaron cítricos y barriles de chucrut, con el resultado de que la Royal Navy ya no perdió a ningún hombre por el escorbuto durante los largos viajes por mar. Sin embargo, en ese momento aún no se sabía que esta medida para salvar vidas se debía a la vitamina C contenida en los alimentos.
No fue hasta principios del siglo XX que la falta de vitamina C se definió como la causa del escorbuto. El médico húngaro Dr. Albert Szent-Györgyi identificó la vitamina C como la molécula biológica que puede prevenir y curar el escorbuto. En 1937 recibió el Premio Nobel por su trabajo.
Vitamina C: fundamental para un nuevo concepto científico
Desde entonces, numerosos científicos se han dedicado a fomentar la investigación sobre la vitamina C. Reconocieron la inmensa importancia de este micronutriente para la salud. Entre ellos estaban el dos veces ganador del Premio Nobel el Dr. Linus Pauling y su último colega cercano, el Dr. Matthias Rath.
Hace más de tres décadas, el Dr. Rath descubrió que existe una conexión entre la deficiencia de vitamina C y las enfermedades cardíacas actuales.
Con el descubrimiento de la conexión entre la vitamina C y el infarto de miocardio, el Dr. Rath ha presentado un nuevo concepto innovador que establece que la enfermedad cardiovascular es una forma temprana de escorbuto: la deficiencia crónica de vitamina C conduce a una disminución de la producción de colágeno- el componente más importante del tejido conectivo –– lo que trae como consecuencia, fragilidad de las paredes arteriales.
Al mismo tiempo, la lipoproteína (a) – Lp (a) para abreviar – se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos. Este proceso es un mecanismo de reparación biológica del cuerpo para prevenir el sangrado hasta la muerte cuando se agotan las reservas de vitamina C (escorbuto). Si una deficiencia crónica de vitamina C persiste durante años o décadas, este proceso de reparación continúa hasta que la arteria queda completamente bloqueada, lo que finalmente conduce al infarto de miocardio o a una apoplejía (derrame cerebral).
La vitamina C promueve la formación de colágeno, lo que garantiza la estabilidad natural de las paredes arteriales, eliminando así la necesidad de depositar moléculas reparadoras como Lp (a) en las paredes de los vasos sanguíneos.
La capacidad de la vitamina C para estabilizar el tejido conectivo debilitado también juega un papel en la supresión de la propagación del cáncer. La producción de enzimas que disuelven el colágeno y la destrucción asociada del tejido conectivo son pasos cruciales que permiten la propagación del cáncer en el cuerpo. Como un micronutriente vital para la producción de colágeno, la vitamina C contribuye a garantizar que los tumores estén encapsulados por una fuerte barrera de fibras de colágeno, lo que hace que sea casi imposible que las células cancerosas se propaguen al tejido circundante.
La vitamina C también puede destruir selectivamente las células cancerosas. El proceso decisivo es la apoptosis (suicidio o muerte celular programada) de las células cancerosas, que puede ser iniciado por la vitamina C. La vitamina C también juega un papel decisivo en la prevención del cáncer: al erradicar los radicales, protege a las células del estrés oxidativo, un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer.
Numerosos estudios del Instituto de Investigación del Dr. Rath han demostrado la efectividad de la vitamina C en el cáncer. Sin embargo, aunque la vitamina C es sin duda una de las vitaminas más importantes, muchos otros micronutrientes se utilizan en la investigación de la medicina celular para lograr el mayor beneficio posible para la salud. Este principio de sinergia es una característica fundamental de los Programas de Salud desarrollados por el Instituto de Investigación del Dr. Rath.
En el 2020, 28 años después de la primera publicación de este descubrimiento innovador, un boletín del Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos (NCI): una de las instituciones de investigación de cáncer más grandes del mundo, recomendó que los médicos deberían usar altas dosis de vitamina C en la lucha contra el cáncer.
Con respecto a la «histeria del coronavirus», también se debe enfatizar el papel de la vitamina C en las infecciones virales. En concentración suficiente, se sabe que la vitamina C inhibe una gran cantidad de virus. La investigación del Dr. Rath ha demostrado que la vitamina C, junto con otros micronutrientes específicos, es efectiva contra los mecanismos claves de una infección viral. Estos incluyen la inhibición de la replicación viral y la estabilización del tejido conectivo, que puede ayudar a contener la propagación de virus en el tejido.
Esencial para la Salud
Los primeros descubrimientos del Dr. Rath y otros científicos en el campo de la investigación sobre las vitaminas, han generado innumerables estudios con micronutrientes en las últimas dos décadas. Basados en estas investigaciones, conocemos la amplia gama de beneficios para la salud de la vitamina C: además de su importante contribución a la formación de tejido conectivo, es conocida por sus altas propiedades antioxidantes e inmunoestimulantes. La vitamina C también asegura una rápida cicatrización de heridas y previene numerosas enfermedades crónicas.
Otra función clave de la vitamina C incluye su papel como cofactor de ciertas enzimas biológicas que son necesarias para una mejor metabolización del colesterol, los triglicéridos y otros factores de riesgo de enfermedad cardíaca. La vitamina C también funciona como una molécula de energía que ayuda a recargar las fuentes de energía dentro de las células. Además es importante para la producción de carnitina, una molécula que transporta ácidos grasos a las mitocondrias para la producción de energía. La vitamina C es necesaria para regenerar la vitamina E, el glutatión y otras moléculas para la protección celular. La vitamina C aumenta la absorción de calcio en el cuerpo y realiza importantes funciones protectoras. Neutraliza varias toxinas y protege las células sanas de los efectos secundarios de los fármacos y otras influencias nocivas.
Su triunfo histórico, pero también los innumerables resultados de la investigación sobre este «talento versátil» permiten solo una conclusión: la vitamina C contribuye significativamente a la protección de nuestra salud. Si se suministra en combinación con otros micronutrientes importantes, su efectividad es óptima.